Predicación de Juan Bautista - Lucas 3, 1-6
En el año quince del reinado del
emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey
de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio
virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de
Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca
del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: "Una voz
grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se
enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios"
Explicación
Juan Bautista, hijo de Zacarías y
de Isabel, pasaba algún tiempo en el desierto, a solas, sin ruidos ni nada que
le pudiera distraer. Y allí permanecía a la escucha de la Palabra de Dios.
Cuando escuchó el deseo de Dios, se puso en camino hacia los pueblos cercanos
al río Jordán, y decía a la gente, con palabras del Profeta Isaías: ¡Preparad
el camino al Señor! Allanad los senderos. Que los valles se eleven, los montes
se abajen y lo torcido se enderece. (Se refería no a los caminos de la tierra
sino a los del corazón de cada persona)
Evangelio dialogado
Lucas: ¡Hola, amigos y
amigas!
Niño 1: ¿Quién eres tú?
Lucas: ¿No lo recuerdas?
Soy el evangelista Lucas. Este año os voy a acompañar muchos domingos.
Niño 1: ¿Qué bien, Lucas!
¿Y qué nos vas a contar hoy?
Lucas: Hoy os hablaré de
un amigo de Jesús que intentó prepararle el camino y se llamaba Juan, de
sobrenombre “el Bautista”. Escuchad: En el año 15 del reinado del emperador
Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea y Herodes virrey de Galilea,
y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisario, virrey de
Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios
sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Niño 2: ¡Sabes muchas
cosas de Juan! Has debido estudiar un montón...Lucas: Sí, he estudiado
bastante. Yo era médico y lo dejé todo para explicar a los demás lo bueno que
era Jesús de Nazaret.
Niño 1: Juan también lo
dejó todo y se fue a vivir al desierto. Bautizaba en el río Jordán a quienes
querían convertirse para recibir bien a Jesús.
Lucas: Tienes razón. Juan
intentaba que todas las personas fueran un poco mejores, porque sabía que Jesús
era el Hijo de Dios y venía a salvarnos.
Niño 2: ¿Y las personas de
entonces hicieron caso a Juan?
Lucas: Unos sí y otros no,
y eso que Juan gritaba muy fuerte. Escuchad.
Juan: ¡Preparad el camino
al Señor, allanad sus senderos; que se eleven los valles y desciendan los
montes y las colinas; que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale! ¡Y
todos verán la salvación de Dios!
Niño 1: ¡Para preparar un
camino al Señor como el que dice Juan, se necesitan muchas máquinas de obras
públicas!
Lucas: Me parece que Juan
no habla de los caminos de tierra, ni de carreteras...
Juan: Es verdad, yo hablo
de los caminos del corazón, que pueden estar llenos de cosas buenas o de cosas
malas.
Niño 2: ¡Claro! De
mentiras, peleas, palabrotas y muchos de esos agujeros y baches.
Juan: Esos son los caminos
que hay que preparar. Así todos veréis la salvación de Dios.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier
Espinosa Fernández