Domingo 27-1-19 Lc 1, 1-4; 4,14-21
Jesús, guiado por el Espíritu, siempre va en la misma dirección: hacia los que sufren para aliviar su dolor. Ya venga en avión, en barco, en tren, en coche, a caballo o en patinete…: la misma dirección. ¿Cuál es nuestra dirección? ¿Somos un poco veletas? ¿No lo tenemos claro?
En la sinagoga todos tenían fijos los ojos en Jesús. Porque en Él veían no solo unas palabras, una proclamación sino la cercanía del Reino que emergía con su persona, con sus acciones, en definitiva, con su Amor.
Este domingo celebramos la Jornada de la Infancia misionera. Todos, desde los niños a los mayores, estamos invitados a realizar la acción liberadora de Jesús. Aprendamos de la “dirección” de Jesús.
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