En este Evangelio, Jesús es presentado por los primeros
cristianos como un Pastor Bueno. Y lo es porque nos conoce, nos quiere, le
seguimos y apreciamos su voz. Es más, sabemos que dio su vida por nosotros, y
que allí donde vayamos, nos acompañará. Es un Pastor Bueno, porque se desvive
por sus ovejas.
Cuarto Domingo de Pascua
–C- (Jn 10, 27-30)
Narrador: Voy a
contaros una conversación que mantuvo Jesús con un grupo de judíos en el Templo
de Jerusalén durante la fiesta de la Dedicación.
Niño1: Yo conozco
algunas fiestas judías, pero nunca oí hablar de la fiesta de la Dedicación.
¿Qué se celebraba en ella?
Narrador: Se
celebraba la purificación del templo, que llevó a cabo Judas Macabeo allá por
el año 164 antes de Cristo. Había sido profanado por Antíoco IV, rey de Siria,
cuando conquistó Jerusalén.
Niño2: Los
enemigos del pueblo judío debían de tener manía al Templo.
Narrador: El
Templo representaba muchísimo para los judíos, pues su historia y su vida
personal giraban en torno a él.
Niño1: ¿Y qué
hicieron los que conquistaron el templo?
Narrador:
Quitaron las costumbres judías e impusieron el culto a Júpiter Olímpico. Pero
dejemos a un lado la historia y veamos lo que nos cuenta el Evangelio. Jesús se
paseaba por el pórtico de Salomón, en el templo. Un grupo de judíos le rodeó y
comenzaron a preguntarle.
Niño 1: ¿Hasta
cuándo nos vas a tener en suspense? ¿Eres tú el Mesías?
Niño 2: ¿Eres tú
el que esperamos o tenemos que esperar a otro?
Jesús: Os lo he
dicho y no me habéis creído.
Niño 1: ¿Quién da
testimonio de ti? ¿Quién te respalda?
Jesús: Las obras
que yo hago. Si no creéis en mí, creed en mis obras.
Niño 2: Todos
obramos en este mundo por alguna razón. ¿En nombre de quién obras tú?
Jesús: En nombre
de mi Padre que está en los cielos.
Judío1: ¡Eso no
puede ser, estás mintiendo! ¡Cómo vas a ser tú Hijo de Dios! Ya ves que
nosotros no creemos en ti.
Jesús: Porque
vosotros no sois de mis ovejas.
Judío2: ¡Aclara
eso, vamos, acláralo!
Jesús: Es fácil
de entender. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Niño 1: Nadie
sigue a otro sin recibir nada. ¿Qué les das tú a tus ovejas?
Jesús: La vida
eterna.
Niño 2: ¿Eterna?
Seguro que esas ovejas pronto morirán. O cualquiera te las arrebatará de las
manos. Es la ley de la selva, amigo.
Jesús: Ni
perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.
Niño 1: ¿Por qué
estás tan seguro? ¿Quién te dio esas ovejas?
Jesús: Esas
ovejas me las dio mi Padre.
Niño 2: ¿Y por
qué no te las podemos quitar?
Jesús: Porque
nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre, ya que Él es más que todas las
cosas.
Niño 1: ¿Qué
relación tienes tú con el Padre? ¿Tan unido estás a él?
Jesús: Amigos, yo
y el Padre somos uno.
Que bonito de Irene,M Y Ana de la clase de 5C
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