El Espíritu, regalo del Padre, lo inunda todo, lo envuelve
todo, lo invade todo para que no triunfe el desánimo, la indiferencia o la
falta de coraje en aquello que hemos de llevar adelante.
El Espíritu, memoria del Resucitado, está por todos lados
-como las palomas del dibujo-. No estamos huérfanos, sino en la mejor de las
compañías. Así es el Espíritu, con su suavidad, entra en nuestra escena
cotidiana y nos eleva con su empuje, con su altura de miras.
¡Ven, Espíritu Santo, anima nuestras vidas!
¡Ven, Espíritu Santo, custodio de los pobres y amante de los
pequeños!
¡Ven, Espíritu Santo, transforma nuestros corazones con el
fuego de tu Amor!
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero sscc
Evangelio dialogado
Domingo de Pentecostés –ciclo C- (Jn 20,19-23)
Narrador:
Escuchad, amigos y amigas, voy a contaros lo que sucedió tras la resurrección
de Jesús. Los discípulos estaban en una casa, con las puertas cerradas, por
miedo a los judíos.
Discípulo1: ¿Y
qué habían hecho los judíos para tenerles miedo?
Narrador:
Acusaron a Jesús falsamente y consiguieron que Pilato le condenara a morir en
la cruz.
Discípulo2: Y los
discípulos temían que se les acusara también. ¡Qué cobardes!
Narrador: ¿Qué
haríamos en su lugar? Jesús era su fuerza y su refugio. Además ellos soñaban
con un Mesías victorioso. De hecho, lo abandonaron todo por seguirle, y ¡menuda
decepción! Sin embargo, escuchad: Ha anochecido, es el día primero de la
semana… Y de repente una voz les sorprende y les dice:
Jesús: ¡Paz a
vosotros!
Discípulos: Es el
Maestro, es el Señor… ¡Ha resucitado!... no es posible.
Jesús: No tengáis
miedo. Mirad mis manos, mirad mi costado. Soy yo, Jesús, el Maestro.
Discípulo1: ¡Qué
bien, Maestro…, has vuelto Jesús!
Discípulo2: Tu
presencia nos anima y reconforta, ¡ya no tenemos miedo! ¡Qué alegría tenerte
aquí!
Discípulo1: Sí,
sí, qué alegría. Gracias por acordarte de nosotros.
Jesús: Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el
Espíritu Santo.
Discípulo2:
Perdona, Maestro...pero... ¿para qué queremos nosotros a ese Espíritu?
Discípulo1:
¡Claro!, alguien tendrá que ayudarnos... iluminarnos... guiarnos y...
cambiarnos por dentro ¿no crees? … ¡Falta nos hace!
Narrador: Y Jesús
queriendo darles confianza y ánimo, les dice:
Jesús: A quienes
les perdonéis los pecados, les quedan perdonados y a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr.
Javier Espinosa Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario