Domingo, 2 de febrero
de 2020
Fiesta de la Presentación del Señor
Reflexión
Lucas 2, 22-32
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación,
llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la
Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en
sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del
Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre
llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El
Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al
Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los
padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la
Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has
prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de
todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu
pueblo Israel.»
En este día, la liturgia nos propone tomar cirios encendidos
e ir al encuentro de Cristo. Iluminados, portadores de la luz, iluminemos, para
que todos lleguemos a contemplar la luz eterna.
Ante Jesucristo nadie puede quedar indiferente. El encuentro
con Él provoca ineludiblemente un posicionamiento, obliga a tomar una decisión.
Hoy Jesucristo te ofrece su luz; tómala y decídete a
iluminar tu vida. Deja que tus obras resplandezcan. Opta por el camino que
lleva a la luz y rechaza las sombras de muerte. La decisión que se toma ante la
llamada de Cristo, descubre los sentimientos del corazón.
Nunc
dimittis servum tuum, Domine, secundum verbum tuum in pace.
Quia
viderunt oculi mei salutare tuum
Quod
parasti ante faciem omnium populorum:
Lumen
ad revelationem gentium, et gloriam plebis tuae Israel.
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
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