domingo, 26 de septiembre de 2021

Evangelio Domingo 3 de octubre

Indisolubilidad del matrimonio - Marcos 10, 2-16

En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: - ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? Él les respondió: - ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron: - Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio. Jesús les dijo: - Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: - Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Explicación

En aquel tiempo, cuando un hombre quería abandonar a su esposa, la mandaba de regreso a la casa de su padre sin ninguna explicación. Decían que era porque Moisés lo había dispuesto así. Moisés era el que había escrito la Ley de los judíos. Un día le preguntaron a Jesús qué le parecía eso, y él contestó que no estaba bien. Les dijo que cuando se casaban un hombre y una mujer, no era para cortar cuando a él le diera la gana, sino que su compromiso era vivir ese amor para siempre.

También unos padres le acercaron unos niños, y los discípulos les decían que no molestasen a Jesús, pero Jesús riñó a los discípulos, y les decía: “Dejad que los niños se acerquen a mí porque hay que hacerse como un niño para entrar en mi reino”. Y abrazaba a los niños, imponiéndoles las manos.

Y es que, en aquella sociedad, las mujeres y los niños estaban siempre marginados; así que Jesús, siempre que tenía ocasión, enseñaba a los que le escuchaban a respetarlos, valorarlos y cuidarlos.

Texto: José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Evangelio dialogado

NARRADOR: En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba:

FARISEO 1: ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?

NARRADOR: Jesús le respondió:

JESÚS: ¿Qué es lo que os ha mandado Moisés?

NARRADOR: Ellos dijeron:

FARISEO 2: Moisés permitió divorciarse mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa.

NARRADOR: Entonces Jesús les respondió:

JESÚS: Si Moisés os dejó hacer esto, fue debido a la dureza de vuestro corazón. Pero desde el principio al crearnos, Dios nos creó hombre y mujer.

FARISEO 1: Entonces ¿qué debemos hacer?

JESÚS: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne.

FARISEO 2: Entonces lo que nos dijo Moisés ¿qué pasa con ello?

JESÚS: Ya os lo dije antes, lo hizo por la dureza de vuestro corazón, pero ya os he dicho lo que Dios quiere: “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

NARRADOR: Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.

DISCÍPULO 1: Maestro, explícanos un poco más todo lo que acabas de decir a los fariseos.

JESÚS: Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".

DISCÍPULO 2: Señor, creo que nos lo has dicho muy claro.

NARRADOR: Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara.

DISCÍPULO 1: ¡Fuera, fuera!... niños…, no molestéis al Maestro.

NARRADOR: Al ver esto, Jesús se enfadó y les dijo:

JESÚS: Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios.

DISCÍPULO 2: Maestro, ya estamos otra vez diciendo esas cosas raras. ¿Qué quieres decir con eso de hacerse como niños?

JESÚS: Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

NARRADOR: Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos

 Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández
















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