lunes, 7 de marzo de 2022

Evangelio Domingo 13 de marzo

Transfiguración del Señor - Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: - Maestro, ¡qué hermoso es estar aquí! Haremos tres chozas: una para tí, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: - Este es mi Hijo, el escogido; escuchadle. Cuado sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto

Explicación

Cuando en la vida nos vengan momentos difíciles, que nos parezcan insuperables y que terminan con nosotros, no olvidemos que Jesús venció todo mal, incluso el de su muerte. Dios Padre le resucitó y le concedió toda la plenitud, toda la vida y toda la hermosura. Y Jesús quiso que, eso mismo, lo supieran sus amigos, quienes poco tiempo después le verían insultado, perseguido, apresado y condenado a morir, como si fuera un malhechor. Para que no se derrumbaran por la pena y el desánimo, les llevó al monte Tabor y ante ellos se transformó. Ese que vieron lleno de luz y pleno de blancura, es el que en la cruz parecía tener su destino último. No os desaniméis. Al final vence siempre la vida, el cariño, la verdad.

Evangelio dialogado

Narrador: En aquel tiempo, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar.

Pedro: Maestro, ¡menuda caminata!

Jesús: No te quejes, Pedro, este lugar es hermoso para orar.

Juan: Desde luego, pero hay lugares hermosos un poco más abajo. ¡Llevamos horas andando!

Jesús: ¡Vale, Juan, vale! Descansad un poco mientras voy a orar con mi Padre.

Narrador: Jesús oraba y el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de lo blancos que eran.

Santiago: El Maestro ha tenido una buena idea, creo que me echaré una siestecita.

Juan: Yo haré lo mismo, Santiago, no quiero ni pensar en la bajada.

Pedro: No entiendo cómo el Maestro tiene fuerzas para rezar ahora.

Narrador: De repente dos hombres conversaban con Jesús: eran Moisés y Elías rodeados de la gloria del cielo.

Moisés: Ha llegado la plenitud de los tiempos. Tu sacrificio está próximo, Jesús, con él nacerá un orden nuevo.

Elías: Un orden basado en el amor y en la fraternidad universal de la sociedad, en el perdón y en la justicia divina.

Moisés: Un orden en el que la persona es el valor supremo de la sociedad. Pero para que la nueva sociedad aparezca, tú has de morir...crucificado en Jerusalén.

Elías: Así, lo ha dispuesto el Padre.

Jesús: No es un mensaje grato de escuchar, aun así...¡que se haga la voluntad del Padre!

Narrador: Pedro y los compañeros, espabilándose del sueño, vieron su gloria, y a los dos hombres que se alejaban. Y Pedro dijo a Jesús:

Pedro: ¡Maestro, Maestro, qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías!

Narrador: Todavía estaba hablando, cuando una nube los envolvió. Se asustaron los discípulos. Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle!

Jesús: Vamos para abajo, los demás nos están esperando.

Narrador: Los discípulos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

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