lunes, 29 de abril de 2019

III Domingo de Pascua







TERCER DOMINGO DE PASCUA –C- (Jn 21, 1-19)
Narrador: En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Simón: Me voy a pescar
Tomás: Espera, Simón, voy contigo
Discípulos: Nosotros también vamos
Narrador: Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla, pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús: ¡Eh, muchachos! ¿Tenéis pescado?
Discípulos: NO
Jesús: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
Discípulo1: Llevamos toda la noche y no hemos pescado un solo pez
Discípulo2: ¿Por qué hemos de hacerle caso? Querrá burlarse de nosotros. Es una tontería hacerlo.
Discípulo1: Tiramos la red a ver qué pasa. El fracaso ya lo tenemos. Con intentarlo,  no perdemos nada.
Simón: Una vez el Maestro nos hizo una invitación parecida.
Discípulo2: Probar no cuesta nada. Echémosla a ver qué ocurre.
Discípulos: Venga, probemos.
Discípulo1: ¡Cuánto pesa! ¡Estirad, estirad fuerte la red!
Discípulo2: Simón, aquel es el Señor
Simón: ¿Cómo? ¡Es verdad!
Narrador: Simón Pedro, al instante, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra ven unas brasas con un pescado puesto encima y con pan.
Jesús: Traed de los peces que acabáis de coger
Simón: Aquí tienes, Señor. ¡Y son muy grandes!
Jesús: ¿Habéis pescado mucho?
Tomás: Yo calculo que hemos pescado más de 150 peces grandes. Las redes estaban a rebosar. ¡Y no se han roto!
Jesús: Vale, venid a comer
Narrador: Comieron pan y pescado asado. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntar a Jesús quién era, porque sabían bien que era el Señor resucitado de entre los muertos.
Después de haber comido, Jesús dice a Simón:
Jesús: Simón, ¿me amas más que éstos?
Simón: Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús: Apacienta mis corderos
Narrador: Y Jesús vuelve a decirle por segunda y tercera vez a Pedro, que se pone triste:
Jesús: Simón, ¿me quieres?
Simón: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
Jesús: Apacienta mis ovejas. Ahora, ven y sígueme.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

jueves, 25 de abril de 2019

Evangelio del Domingo



Segundo Domingo de Pascua –C- (Jn 20,19-31)
Narrador: Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús.
Jesús: Paz a vosotros
Discípulo1: ¿Quién eres tú?
Jesús: Soy yo, Jesús. No tengáis miedo, mirad mis manos...mirad mi costado. Soy yo, Jesús.
Discípulo2: ¡Es Jesús, es verdad, es el Maestro!
Discípulo3: ¡Ha resucitado!¡Está entre vosotros!
Jesús: ¡Paz a vosotros! Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Narrador: Tomás, uno de los doce llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Tomás: Buenos días, ¿qué pasa? Os veo raros. ¿Ha ocurrido algo mientras yo estaba fuera?
Discípulo1: Hemos visto al Señor
Discípulo2: Se nos ha aparecido y ha hablado con nosotros.
Tomás: ¿Os habéis vuelto locos?
Discípulo3: Es verdad, Tomás, Jesús ha estado aquí.
Tomás: ¡Vamos, anda!
Discípulo1: Nos ha transmitido el Espíritu Santo
Discípulo2: Y el poder de perdonar los pecados
Tomás: No me lo creo
Discípulo3: No seas cabezota, Tomás, es verdad que Jesús ha estado aquí.
Tomás: Vale, vale. Pero si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y la mano en su costado, no lo creo.
Narrador: A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas.
Jesús: ¡Paz a vosotros!
Discípulos: ¡Es el Señor! ¡Qué alegría! Es estupendo que estés aquí.
Jesús: Paz a vosotros. Ven Tomás.
Discípulo1: Venga, Tomás, es Jesús el Maestro.
Jesús: Ven, Tomás. Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano y toca mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.
Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto
Narrador: Muchos otros signos que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández


miércoles, 24 de abril de 2019

Desayuno solidario

El próximo 29 de abril tendrá lugar a la hora del recreo el tradicional desayuno solidario a favor de Manos Unidas. El dinero recaudado con el euro que se aporta irá destinado al proyecto elegido por la Diócesis de Barbastro-Monzón basado en la mejora de la educación primaria en la zona rural de Kajiti, al norte de Malawi.


Pascua





domingo, 21 de abril de 2019

FELIZ PASCUA

En el Domingo de Resurrección, nuestros amigos Marta, Lázaro y Jesús reciben un mensaje desde el Vaticano que les anima a ser testigos del amor de Jesús. ¡Feliz Pascua de Resurrección!


viernes, 12 de abril de 2019

La Semana Santa

Desde la Delegación Diocesana de Catequesis nos envían este vídeo para recordar los principales días de la Semana Santa.


lunes, 1 de abril de 2019

V Domingo de Cuaresma





5º Domingo de Cuaresma “C”. Evangelio según Juan 8,1-11
Narrador: Jesús se fue orar al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Niño 1: Jesús, ¿qué sucede? Viene hacia aquí mucha gente y traen cara de pocos amigos.
Jesús: No te preocupes. Estos maestros de la ley y fariseos solo quieren que se cumpla la ley y no se fijan en lo que la gente sencilla necesita.
Narrador: Los maestros de la ley y los fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen a Jesús:
Fariseo: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida cometiendo el pecado de adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Narrador: Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
Jesús: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
Narrador: E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Niño 1: Jesús ¿qué sucede? Se están marchando todos. ¡Y me estoy dando cuenta que los que primero se van son los más viejos!
Narrador: Y Jesús se quedó solo con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo:
Jesús: Mujer, ¿dónde están los que te condenaban? ¿Te ha condenado alguien?
Mujer: Nadie, Señor.
Jesús: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández