En aquel tiempo bajó Jesús del
monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de
pueblo, procedente de toda Judea, de Jerususalén de la costa de Tiro y Sidón.
El, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: Dichosos los pobres, /
porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, /
porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, / porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y
proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos
ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero ¡ay de vosotros los
ricos, / porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros los que estáis
saciados, / porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, / porque haréis
duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que
hacían vuestros padres con los falsos profetas
Explicación
Jesús decía cosas tan importantes
y hablaba al corazón de tal modo que, muchos, se reunían junto a él para
escucharle. Sus palabras eran nuevas, y su modo de hablar era tan original que
resultaba convencer a muchos de los que le escuchaban. Decía, por ejemplo :
Seréis felices si no hacéis del dinero lo más importante para vivir. Desead
mucho ( eso es tener hambre y sed ) la justicia y la paz . Que vuestro corazón
sea tan sensible como para llorar con los que sufren. No tengáis miedo a
quienes os puedan amenazar por ser amigos míos.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez
Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández
En aquel tiempo, la gente se
agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas
del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los
pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las
barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la
barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: -Maestro, nos
hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra,
echaré las redes. Y puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande,
que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran
a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se
hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
-Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Y es que el asombro se había
apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que
habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que
eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas; desde ahora serás
pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo
siguieron.
Explicación
Jesús nos pide que pase lo que
pase no nos rindamos aunque, a veces, no den resultado nuestros esfuerzos a la
primera. Hay que ser constantes y confiados. Si le escuchamos y aprendemos de
él, seguro que nuestra vida dará buenos frutos. Todo lo que realicemos debemos
hacerlo con una confianza muy grande en su Palabra.
Evangelio dialogado
5º domingo ordinario-C (Lc
5,1-11)
Lucas: Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret, en el momento
en que unos pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Niño1: ¡Vamos, Jesús nos va a hablar!
Niño2: ¡Yo también voy con vosotros!
Lucas: Dice Simón a Jesús:
Simón: Maestro, te van a aplastar. ¿Por qué no te subes a una
barca?
Lucas: Subió, pues, Jesús a la barca de Simón y mandó a éste que le
apartara un poco de la orilla. Desde la barca enseñaba a la gente.
Jesús: El Padre del cielo os quiere mucho y os necesita para
anunciar la Buena Noticia.
Lucas: Cuando Jesús hubo terminado, le dijo a Simón:
Jesús: Rema mar adentro y echa las redes para pescar.
Simón: Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos
cogido nada. Pero si tú lo dices, echaré las redes.
Lucas: Y puestos a la obra, cogieron tal cantidad de peces que se
reventaba la red. Y Simón no salía de su asombro. ¡Qué susto! Parecía un
milagro.
Simón: ¡Eh, vosotros, Santiago, Juan, Andrés,... Venid y echadnos
una mano!. ¡Traed los aparejos con la barca, que se nos rompe la red!
Lucas: Se acercaron y llenaron las dos barcas. Tantos peces había,
que las dos barcas casi se hundían por el peso. Al ver esto, Simón se arrodilló
delante de Jesús, diciendo:
Simón: ¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!
Lucas: Y es que el asombro se había apoderado de él y de todos los
que estaban con él, al ver la red llena de peces que habían cogido.
Jesús: No os asombréis, ni tengáis miedo: desde ahora seréis
pescadores de hombres.
Lucas: Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo
siguieron.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez
Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández