lunes, 2 de marzo de 2020

Evangelio del Domingo


La Transfiguración - Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: -Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: -Levantaos, no temáis. Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.







Explicación
Un día Jesús compartió con sus amigos un secreto los llevó a una montaña alta y se lleno de luz, mientras hablaba con Moisés y Elías y una voz decía: "Este es mi Hijo amado. Escuchadle". Esto ocurrió para darles ánimos, de tal modo que cuando le vieran morir en la cruz no perdieran la esperanza del todo y recordaran lo que pasó en ese monte, cuando él se les apareció revestido de luz.

Evangelio dialogado
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA – CICLO “A” (Mt. 17, 1-9)
NARRADOR: En aquel tiempo Jesús se encontraba rodeado de sus discípulos y de mucha gente que había venido de todas las aldeas y lugares vecinos a escucharle. Después que les hubo instruido, Jesús se levantó.
JESÚS: ¡Pedro, Santiago, Juan, venid conmigo!
PEDRO: ¿Qué quieres, Maestro? ¿Dónde tenemos que ir?
JESÚS: Pienso que es un buen día para subir al monte Tabor.
JUAN: ¡Estupendo! El panorama desde allí resulta impresionante.
SANTIAGO: ¡Vamos ya! Hace tiempo que no subo al Tabor.
NARRADOR: Cuando llegaron a la cima, Jesús se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Entonces aparecieron Moisés y Elías que comenzaron a hablar con él. Los discípulos no entendían nada de lo que hablaban.
JUAN: Señor... ¡Qué hermoso es estar aquí!
SANTIAGO: Es verdad, Jesús. Ahora vemos lo importante que eres.
PEDRO: Maestro, si quieres haremos tres chozas: Una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
NARRADOR: Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra. Y una voz desde la nube decía:
VOZ: Este es mi Hijo amado, el escogido. ¡Escuchadlo!
NARRADOR: Al oírlo, los discípulos miraron a todos lados y no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
JESÚS: Levantaos. No tengáis miedo. Vámonos ya junto a todos. Es hora de regresar.

NARRADOR: Los discípulos no acertaban a entender lo sucedido. Y pensaban en la cara de incredulidad que pondrían sus compañeros, cuando les contaran lo que había pasado. ¡Se van a quedar de piedra!
JESÚS: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández









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