lunes, 16 de diciembre de 2019

¡FELIZ NAVIDAD!


Es Navidad






Representación de la Navidad para niños.

NARRADOR – Hace mucho, mucho tiempo, más o menos dos mil años, sucedió una historia que cambió nuestra existencia. Surgió una luz que, aún hoy, brilla en nuestros corazones… Pero a eso pasaremos más tarde. Sí, será mejor que empecemos por el principio. A ver que recuerde… Sí, dos mil años… Belén… Aquí empieza:

(MÚSICA BAJITA. SALEN EN SILENCIO SAN JOSÉ Y LA VIRGEN MARÍA POR DETRÁS)

NARRADOR – La noche era fría y desagradable. Un hombre llamado José, carpintero y muy trabajador, y su mujer María, camina cansados por Belén. María está embarazada y su hijo a punto de nacer:

S. JOSÉ – Tranquila María, pronto encontraremos un lugar donde refugiarnos.

MARÍA – Seguro que sí, Dios proveerá. ¡Mira, una posada!

NARRADOR – Cerca del lugar había una posada de la que se veía salir el cálido humo de unas brasas. Seguro que allí podrían pasar la noche sin problemas, seguro que allí el niño de José y María tendría unas mantas donde dormir, pero…

POSADERO 1 – Pero, ¿qué os creéis? ¿Qué os voy a dar posada sin pagar? De ninguna manera. Si hace frío os fastidiáis, que no estoy yo aquí para dar cobijo a cualquiera.

NARRADOR – José y María dieron media vuelta y siguieron caminando. El frío era cada vez más helador, y la noche cada vez más cerrada. José, ayudando con cariño a su mujer, volvió a decir:

S. JOSÉ – Tranquila María, seguro que pronto encontraremos algún sitio donde guarecernos.

MARÍA – Seguro que sí, Dios proveerá. ¡Fíjate, otra posada!

NARRADOR – Por el sendero vieron una vieja posada de gruesa madera. Cuanto más se acercaban, más se podía sentir el calor de su chimenea. Seguro que allí podrían saciar el hambre que tenían, seguro que allí podrían ser bien cogidos, pero…

POSADERO 2 – Lo siento mucho, la posada está llena. No tengo sitio para vosotros.

NARRADOR – José miró a María con cara de pena. Cada vez lo estaba pasando peor. José respondió:

S. JOSÉ – Por favor, sólo queremos un lugar pequeño donde refugiarnos del frío.

NARRADOR – El posadero, viendo el estado en el que estaba María, se lo pensó mejor y dijo:

POSADERO 2 – Aquí detrás hay un viejo pesebre donde nadie os molestará. No es muy caliente, pero es mejor que nada. Tomad unas mantas y un poco de pan.

NARRADOR – Tras darle las gracias, José y María se fueron la pesebre. Era un viejo portal medio derruido en el que había un buey y una mula. Estaba lleno de paja, con lo que el frío se hacía más llevadero.
       Al poco de llegar, María dio a luz un niño que se llamaría Jesús. Cuando nació, la noche, que era cerrada en Belén, se llenó de estrellas. Y una brillaba más que ninguna anunciando que algo extraordinario había ocurrido.
       Cerca del lugar, unos pastores se calentaban las manos junto a una pequeña hoguera. De pronto un ángel apareció y les dijo:

ÁNGEL – Atentos que os anunció una gran alegría para todo el mundo. Ha nacido el Salvador. Seguid a la estrella que os llevará hasta un niño envuelto en pañales en un pesebre.

NARRADOR – Al momento, los pastores se pusieron en camino cogiendo sus zurrones y comida. Cuando se encontraban a otros les decían:

PASTORES – Vamos a Belén, a ver al Niño Dios.

NARRADOR – Cada vez que se acercaban iban siendo más, y allá por donde pasaban, todos decían:

PASTORES - Vamos a Belén, a ver al Niño Dios.
(EL ÁNGEL SE PONE EN EL PORTAL)
NARRADOR – Cuando llegaron al pesebre, todos se arrodillaron. María y José cuidaban al niño y un pastor se acercó y dijo:

PASTOR 1 – Venimos a adorar al niño Dios que ha nacido en Belén. Es poco lo que traemos.

NARRADOR – Y le dio algo de comida y ropa hecha con la lana de sus ovejas. José respondió:

S. JOSÉ  – El que da lo que tiene, recibe el mundo entero.

NARRADOR – Al oír esto, los pastores se pusieron mucho más contentos. De pronto, aparecieron tres hombres de gran edad. Parecían muy ricos y venidos de muy lejos: al legar, los pastores se apartaron a los lados. El que era más viejo de los tres se arrodilló y dijo:

MELCHOR – Este es el niño que trae la paz al mundo.

NARRADOR – Y dejó un cofre junto al niño. El otro hombre se arrodilló a continuación y dijo:

GASPAR – Venimos desde Oriente siguiendo la estrella para adorar al rey de los judíos.

NARRADOR – Y dejó otro cofre junto al niño. El último terminó:

BALTASAR – Gloria a ti, que das la paz.

NARRADOR – Y dejo una última urna. Los regalos eran oro, incienso y mirra. Durante mucho tiempo estuvieron adorando al niño y, cuando volvieron a sus casa, lo hicieron glorificando y alabando a Dios por todos lo que habían visto y oído.

       Aquí empieza la historia. Tantas veces oída y, sin embargo, tan presente hoy en día. Hoy, otra vez, recordamos aquel frío pesebre y aquellas voces de los pastores diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombre de buena voluntad”.




Cuarto Domingo de Adviento

Evangelio Cuarto Domingo de Adviento - Mateo 1, 18-24

El nacimiento de Jesús fue de esta manera: La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que dijo: - José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el profeta: Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel (que significa: "Dios-con-nosotros"). Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.


Acojamos el Amor como José y María.
Acoger es confiar, saber que Dios está en medio de todo lo que nos pasa y que su plan es, ha sido y será AMOR.

Como María iba a ser la Madre de Jesús, Dios envió un ángel para que le avisase en sueños a José, el esposo de María. Cuando José lo supo se llevó a María para cuidar de ella y del niño cuando naciera.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández










lunes, 9 de diciembre de 2019

Navidad desde el corazón

Nuestro amigo Patxi Velasco comparte con nosotros este dibujo y el texto que le acompaña:
"Amigos os comparto este dibujo que nace del dolor al rezar por las últimas muertes de inmigrantes... cuanto pasamos de largo...quería compartirlo y mover vuestra oración. Que Jesús inmigrante-refugiado nos perdone la indolencia y omisión... un abrazo con esperanza pues aunque no lo acogieron en la posada encontró un portal donde revelarse a los más pobres"
besitos

Tercer Domingo de Adviento

Pregunta del Bautista y testimonio de Jesús - Mateo 11, 2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos de sus discípulos: - ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió: - Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se siente defraudado por mí! Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: - ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que viven con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepara el camino ante ti". Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él.
Explicación
Juan, el Bautista, estaba en la cárcel, y mandó a dos discípulos a preguntar a Jesús si era el Mesías. Jesús les dijo: Mirad cómo cuido de los enfermos, de los leprosos, de los pobres. ¿No es esto lo que esperabais? ¿no es esto una buena noticia?
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández


El Mesías hará dichosos a los descartados, desechados, despreciados y desvalidos.
Juan espera también a Jesús y sabe que su venida hará dichosos a los desdichados y despreciados. Esta es la señal. Pongamos nuestra vida en obras, vayamos al desierto para encontrar el camino. ¡Convirtámonos!








miércoles, 4 de diciembre de 2019

domingo, 1 de diciembre de 2019

Segundo Domingo de Adviento

La Anunciación - Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: - Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. Ella se turbó antes estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: - ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: - El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: - Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró.





Evangelio dialogado
FIESTA DE LA INMACULADA (LUCAS 1, 26-38)
NARRADOR: Los hechos ocurrieron así: Dios se dirigió al ángel Gabriel..
DIOS: Tienes que bajar a la Tierra enseguida, es hora de buscar una casa para mi hijo.
GABRIEL: ¿Una casa allí... abajo?
DIOS: Sí, en una ciudad de Galilea llamada Nazaret.
NARRADOR: El ángel entrando en su presencia dijo:
GABRIEL: ¡Alégrate, llena de gracia!... ¡El Señor está contigo!
MARÍA: ¿Qué pasa? ¿Quién eres tú? ¿Qué saludo es ese?
GABRIEL: No tengas miedo, María. Dios te ha elegido entre las mujeres,
MARÍA: ¿Qué quieres decir? No te entiendo.
GABRIEL: Escucha... concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.

MARÍA: ¡Un hijo! ¿Y que será ese hijo mío?
GABRIEL: Será grande. Se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre.
MARÍA: Y su reino no tendrá fin.
GABRIEL: Claro que sí... ¿no te lo crees?
MARÍA: Esque eso no puede ser.
GABRIEL: ¿Por qué?
MARÍA: Porque yo no tengo marido.
GABRIEL: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el hijo que tendrás será santo, se llamará Hijo de Dios.
MARÍA: ¿Cómo es posible que Dios se haya fijado en alguien como yo?
GABRIEL: Ahí tienes a tu prima Isabel, aunque es vieja, está embarazada de seis meses; y decían que era estéril.
MARÍA: ¿Cómo puede suceder algo así?
GABRIEL: Porque para Dios no hay nada imposible.
MARÍA: Aquí está la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho.
NARRADOR: Y el ángel se retiró.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández